Impulsó el estudio y la participación ciudadana en aves migratorias Neárticas

Como parte de las responsabilidades conferidas por la FVSA en bajo el Programa "Pastizal Pampeano", tomó gestiones de antigua data dentro de la institución en materia de "anillado de aves migratorias", con base en Punta Rasa, donde la organización contaba con personal de gran experiencia y antiguedad: el guardaparque nacional y Agente de Conservación Esteban Bremer. 

Lanzó renovadas gestiones en el frente municipal del Partido de la Costa, para consolidar el área protegida Punta Rasa, promoviendo su Plan de Manejo, la participación ciudadana (a través de un cuerpo de voluntarios locales), cartelería y nuevas campañas de anillado del gaviotín golondrina (Sterna hirundo). 

Apoyó a Esteban Bremer en la idea de participar, con un grupo de jóvenes locales (voluntarios), en la vigorosa campaña anual de anillado de gaviotines recién nacidos en la Isla de la Gran Gaviota, ubicada en la boca del estuario de Long Island, Nueva York y Connecticut, Estados Unidos. Esta campaña era desarrollada  por el laboratorio de la Dra. Hellen Hays, en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. 

De esta forma, lideró el primer grupo de voluntarios y participó de los primeros días de campaña en la isla, aprovechando la oportunidad para realizar otras gestiones para el Programa Pastizales en Nueva York y Washington. Dicho grupo fue el primero, pero las campañas con Bremer al frente de voluntarios argentinos continuaron y su aporte resultó de sustantiva ayuda en campañas donde se anillaban más de 10 mil pichones en espacio de pocos días. A regreso de la primer campaña, una nota de la revista Viva (Diario Clarín) destacó la labor de los primeros voluntarios argentinos.  

Más tarde recibiría en la Argentina a los investigadores americanos, coordinando acciones de apoyo a campañas de radiotelemetría (anillos con transmisores) desde Punta Rasa. 

Emulando el éxito del Programa Adopte un Venado, promovió y coordinó "Adopte un Ave Migratoria", un programa donde los cien primeros participantes recibieron un carnet con foto de "su" ave, al que se le asignaba un número de anillo real (de un ave anillada en Gran Gaviota). De esta forma el adoptante, además de recibir material alusivo y aportar con su dinero a la causa, quedaba pendiente de posibles noticias de la llegada de su "hijo adoptivo" al país.