Impulsó la conservación de los Esteros del Iberá en Corrientes, Argentina
A fines de los años ochenta visitó la laguna Iberá por primera vez, buscando a la nutria gigante (Pteronura brasiliensis), siguiendo algunas referencias de lugareños que pudieron haberla visto en décadas pasadas. Se internó en los esteros con los guardaparques baquianos Ramón Cardozo y Mingo Cabrera, contando siempre con el apoyo de las autoridades de la reserva provincial (por entonces al comando de Pedro Perea Muñoz). Con Cabrera en particular realizó varias campañas, ya orientadas al estudio del lobito de río (Lutra longicaudis), una vez descartada la presencia reciente de la primera especie. Los resultados de estas investigaciones eran publicados en el boletín del Grupo de Especialistas en Nutrias de la UICN y llevados a congresos académicos.
Era una época en que el Iberá no figuraba en la hoja de ruta de turistas. Con sus primeras fotos de los esteros, ilustró la que también fue su primera nota periodistica, en la revista Descubrir de Editorial Atlántida (1990). A poco, vendrían otras notas sobre el Iberá en medios como En Vuelo, First, Noticias y una en la revista Vida Silvestre, donde aportaba una revisión de sus valores de conservación, historia y situación de conservación, planteando un escenario futuro que ameritaría el complemento de un Parque Nacional.
Los siguientes aportes a la conservación del Iberá tienen que ver con gestiones vinculadas al venado de las pampas, cuya casi desconocida población del Aguapey había sido advertida por Juan Carlos Chebez y colaboradores. Emprendió entonces una serie de campañas específicas a Corrientes, desde su función en el programa refugios de vida silvestre, promoviendo la idea de contar con uno de ellos para proteger a la especie. En esta etapa ofreció charlas en escuelas, establecimientos rurales e involucró a funcionarios provinciales en la valoración del venado de las pampas, que a poco fue lanzado como una de las especies "Monumento Natural Provincial" de Corrientes.
Uno de los productos finales de esta línea es la iniciativa para traslocar ejemplares del núcleo Aguapey, al interior de la reserva del Iberá, en las lomadas de San Alonso, promoviendo la fundación de una nueva población y en la idea de que este tipo de operaciones contribuyera a recuperar a la especie en todo el país.
En 2003 fue contratado por Fundación Biodiversidad para editar un trabajo de compilación sobre la fauna de vertebrados del Iberá, como insumo para la elaboración de un Plan de Manejo para el área, acciones coordinadas por la Fundación Ecos a través de un promisorio proyecto de gestión del área, con el apoyo financieron del GEF (Banco Mundial) y el acuerdo del gobierno local. Este trabajo sobre la fauna de vertebrados del Iberá vio la luz bajo el nombre: "Fauna de vertebrados del Iberá: composición, estado de conservación y propuestas de manejo", editado por Aníbal Parera, bajo la Coordinación General de Tomás Waller y con la participación de Alejandro Giraudo, Gustavo Aprile, Andrés Bortoluzzi, Marcela Uhart, Gustavo Solís y Martín Méndez.
Este trabajó significó una base para la reintroducción de sus especies perdidas: oso hormiguero, tapir, pecarí de collar, lobo gargantilla y yaguareté, cuestión que, en principio, fue tomado con cautela e incluso rechazo, por la comunidad conservacionista argentina, muy distante aun de las propuestas de conservación ex-s. Sin embargo, más tarde, firmemente impulsada por The Conservation Land Trust en el Iberá, con notable éxito.
El mismo año (2003) fue convocado por el director del proyecto Miguel Reynal (quién había sido presidente fundador de la Fundación Vida Silvestre Argentina), para tomar a su cargo la coordinación técnica del mismo y encaminar la propuesta del Plan de Manejo del Iberá. En poco más de un año de esfuerzo concentrado, coordinó a los grupos que ya estaban funcionando (antropólogos, sociólogos, costumbristas, biólogos, economistas y especialistas en turismo), desarrolló talleres participativos con actores de las las comunidades en torno al Iberá y desarrolló la propuesta del Plan de Manejo del Iberá.
En medio de la confusión creada en torno a supuestas "ocultas intenciones" del filántropo Douglas Tompkins (que figuraba como contraparte del proyecto del Banco Mundial), el proyecto fue rechazado por una parte de la ciudadanía correntina, que panfleteaba pretendiendo descubrir entre sus líneas los indicios dichas intenciones perniciosas. Frente a esta situación, los políticos de Corrientes restaron su respaldo al proyecto.
Sin embargo, el Plan de Manejo del Iberá aportó las bases de una gestión que fue adoptándolo con el tiempo y el –hoy físicamente desaparecido– filántropo norteamericano cumplió con su promesa de donar las tierras para la creación de un parque nacional.